lunes, 13 de julio de 2009

Una vez que te hayas ido no enciendas dos veces la luz. No des tres pasos en falso; y ahórrate los cuatro besos de piedad. Y cuando me hayas nombrado cinco veces en silencio, decídete a llamarme para escupir las seis letras de un perdón. Voy a esperarte hasta las siete y por fin a las ocho te saldré a buscar. Y en esas nueve esquinas donde guardamos nuestro secreto, te pediré mil veces que no me vuelvas a dejar. Me pedirás mil veces no dejarte hacerlo.

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