lunes, 8 de febrero de 2010

Baila tanta cosa loca esta noche en mi cabeza que dudo poder escribir algo preciso y claro. No entiendo cómo hace para que no se le note todo lo mucho que me ha extrañado, que el tiempo pasado ha sido poco. Nunca voy a ser lo suficientemente buena, ni lo suficientemente inteligente, ni lo suficientemente suficiente, ni siquiera lo que no querés. Nada, no voy a ser nada. Algunas cosas no se olvidan, otras me las recuerdan de a ratos. Que no hay peor dolor que el de una herida mal cerrada, no hay mejor consuelo que un té hirviendo pasada la madrugada.. que queme a lo que le faltó fuego, que evapore a los miedos y me haga beber al sueño. Pedir perdón nunca está de más, salvo que tengas previsto volverte a equivocar. Todavía me pregunto como te pude a los ojos mirar, preguntar por tus cosas, indagar cómo estás. Saber que te fallé, saber que no sabés; ni yo me lo puedo dejar pasar. Sábado, una noche más. En el fondo, mejor no la pude pasar. Verlo ahí, tan como si nada. Verte ahí tan inalcanzable, tan que no y que nunca. Reconocer algún error, otro hijo de aquellos vasos que mezclan y esconden secretos y alcohol.
Pero bien, se terminó. Solo quedan las huellas en las suelas de mis zapatos, y todas esas ideas haciendo garabatos entre mi carne, entre mis dedos: tarde o temprano se gana o se pierde el juego.. y para todos hay un premio. Me robo el peor y el mejor momento, la risa más larga, el silencio más incómodo, las palabras sin sentido, la música, el baile, la espera, las ganas. Nos veremos otra vez, un poco más tarde, un poco más pronto.. Yo disfruto de la espera. Me fascina ponerme a prueba.