jueves, 10 de diciembre de 2009

No pretendas no escucharme repetir todas esas veces que no estuviste acá. No te sorprendas si me olvido de encontrarte en los sueños cuando no me salga ni dormir. No busques que te lea en los silencios, en los rincones de esas miradas que ya no vas a recibir. Y no niegues, no creas, no planees volverme a ver. Ya no quiero tropezarme con la idea de que estés aca conmigo suspirando las memorias de lo que supimos compartir. Y si te acercás un poco vas a ver que no necesito derramarte en lágrimas, ni reprocharte entre botellas y noches de sin nada. Ya no sos la razón cuando busco distraerme, no sos el motivo que me tiene mal, ni bien; no sos esa llamita de la ilusión que me hace ingenua, ni siquiera sos el recuerdo que me desvela. No voy a negarte que seguís siendo espina, pero de esas que ya no lastiman. Sos una espina y simplemente eso porque esa rosa que fingiste darme, ya no tiene más perfume, ya no tiene más color. Resumo todo en un simple adiós.

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